Jan Philipp Dapprich

1. Introducción

En partes anteriores de esta serie (pt. 1, 2, 3), he explicado cómo el modelo de socialismo que propongo calcula planes de producción óptimos y valoraciones de los bienes de consumo. En esta parte, explicaré cómo se distribuyen los productos de consumo a los usuarios y cómo se ajusta la producción en respuesta a la demanda de los consumidores.

A los consumidores individuales se les entrega una cierta cantidad de créditos, que pueden ser canjeados por productos de consumo. Los precios a los que se pueden canjear los créditos por productos específicos se ajustan en función de la oferta y la demanda de esos productos. Los precios de los productos individuales pueden compararse con sus valoraciones para decidir si la producción de un producto debe incrementarse o disminuirse. ¡Por eso necesitamos las valoraciones derivadas matemáticamente que expliqué en el post anterior!

2. Los Créditos

En el mundo real, hay personas reales que toman decisiones sobre lo que quieren comer, etc. Incluso una sociedad socialista que depende en gran medida de los algoritmos informáticos no debe privar a la gente de tales opciones. Es poco probable que un ordenador sepa mejor que tú lo que quieres comer en un futuro próximo.

Eso no significa que cualquiera pueda consumir lo que quiera. Existen límites físicos y ambientales a lo que podemos producir, así que incluso con las técnicas de producción y planificación más eficientes habrá una cantidad finita de material para que la gente lo disfrute. Producir más podría también aumentar la cantidad de tiempo que la gente tiene que trabajar en la producción, así que esta es otra razón por la que no podemos o no debemos producir tanto como se podría querer. Ojalá, siempre podamos producir lo suficiente para asegurar un buen nivel de vida a cualquiera y no tener que preocuparnos por cosas como el cambio climático que afectan a nuestras cadenas de suministro. Sin embargo, es poco razonable permitir un consumo ilimitado que ejercerá una presión injustificada sobre los recursos, el medio ambiente y, también, sobre nosotros (los trabajadores). 

Para asegurar que los productos de consumo limitados que podemos producir se distribuyan de manera razonable, se debe dar a cada consumidor una cierta cantidad de créditos que pueda canjear por los productos de consumo de su elección. Esto permite a los consumidores obtener los productos que consideren más importantes para ellos. Nos permite distribuir los productos de manera justa, mediante la concesión de una cantidad adecuada de créditos a cada individuo. Ésta podría ser una cantidad idéntica para cada individuo, o también podría variar dependiendo de factores como las necesidades individuales o la contribución de trabajo. Pero, no discutiré aquí cuál es la mejor distribución de los créditos. A efectos de mi simulación simplemente he asumido que todo el mundo obtiene exactamente la misma cantidad de créditos. Esto se entiende como una simplificación y no tiene por qué reflejar necesariamente cómo debería realizarse en la vida real.

3. Precios

A cada producto se le debe asignar una cierta cantidad de créditos que deben canjear por él. Tal vez una manzana cueste 1 crédito, mientras que una naranja cueste 2 y así sucesivamente. Desde la perspectiva del consumidor es muy parecido a los precios del dinero de hoy. Desde una perspectiva macroscópica es un poco distinto, ya que los créditos no se intercambian como el dinero. Una vez que han sido usados se cancelan y no se pasan a otra persona (por ejemplo el supermercado donde se compró la manzana). No obstante, utilizo el término «precio», ya que ahora es consciente de esta diferencia y es más fácil utilizar palabras ya conocidas.

Entonces, ¿qué determina el precio de una manzana o una naranja? Marx, en una propuesta similar, sugirió que tales precios deberían depender del valor trabajo de un producto. Esto puede conducir a serios problemas ya que podría haber importantes desajustes entre la oferta y la demanda. Tal vez sólo se produjeron 100 naranjas, pero existen 200 personas que quieren canjear sus créditos por una. Como no es posible, al final habrá alguna forma de racionamiento voluntario o involuntario. Lo que decide si obtienes una naranja ya no es si quieres usar tus créditos para la naranja, sino si eres el primero en llegar al supermercado. De este modo, los créditos perderían todo su sentido.

Para asegurar el equilibrio entre la oferta y la demanda, los precios deben ajustarse . Si las naranjas salen de las estanterías más rápido de lo que se reabastecen , el precio tiene que aumentar. Esto incita a los consumidores a contemplar otras alternativas (como las manzanas). Pero si todavía quieres una naranja, porque odias las manzanas, esta bien también. Sólo tienes que pagar un precio ligeramente más alto por ellas. El precio al que coinciden la oferta y la demanda se denomina a veces «precio de equilibrio del mercado» y, aunque no estamos hablando de mercados en el sentido tradicional (que implican el intercambio de mercancías), me parece útil adoptar este término. Los precios de equilibrio pueden estimarse de forma aproximada ajustando los precios en función del desfase entre la oferta y la demanda. En mi simulación los precios varían usando un regulador proporcional con un factor del 0,3. Esto significa que un desajuste entre la oferta y la demanda del 10% llevará a un cambio del 3% en el precio. En los casos sencillos que he probado esto lleva a que los precios del mercado se ajusten razonablemente rápido, pero en realidad, se podría utilizar un regulador más complejo para asegurar que los precios estén siempre tan cerca de los precios de equilibrio como sea posible.

4. Ajuste del objetivo

Algunos ya se habrán dado cuenta de que si la gente quiere más naranjas, la solución no es aumentar el precio de las naranjas. ¡Hay que producir más naranjas! Y no se equivocan. El propósito de los cambios de precio es distribuir un suministro específico de bienes de consumo. Esto es necesario cuando la producción no puede modificarse inmediatamente para adaptarse a los cambios en el comportamiento del consumidor, como es el caso de las naranjas, que tardan un tiempo en crecer. Sin embargo, a medio y largo plazo, una alta demanda de naranjas debería ciertamente conducir a una mayor producción de naranjas. Cuando usamos precios de equilibrio, una alta demanda de naranjas en relación con la oferta actual será evidente debido a su alto precio. Así pues, un precio alto puede aprovecharse como señal para informar de que se deben producir más naranjas.

¿Pero alto en relación a qué? Seguramente, un precio alto para un ordenador doméstico debería ser diferente al precio alto de una naranja. Entonces, ¿con qué comparamos el precio de un producto dado? ¡Aquí es donde entran las valoraciones! Los valores idealmente tienen en cuenta que es mucho más difícil y requiere muchos más recursos hacer un ordenador que hacer una simple naranja. El modelo de valor laboral de Cockshott y Cottrell propone que utilicemos el trabajo total necesario para producir las cosas como un indicador de coste. Mis valoraciones derivadas matemáticamente se basan en un cálculo de lo que podría producirse con los insumos requeridos en su lugar (ver parte 3).

Para que los precios de los créditos y las valoraciones sean comparables, es necesario ajustar de algún modo sus valores. Este ajuste se realiza a través de simple álgebra lineal y asegura que los valores relativos permanezcan iguales, mientras que el valor total ajustado de todos los productos es igual al precio total del crédito de todos los productos. Una vez hecho esto se comparan los precios y valores de cada producto y se ajusta la información en el objetivo del plan (véase la parte 2). Esto significa que no cambiamos directamente la cantidad de naranjas que se producen, sino sus proporciones, que se especifican en el objetivo del plan. Si antes se producían manzanas y naranjas en proporción de 1:1, quizá esta proporción cambiaría a 1:2. En mi simulación utilizo un regulador de on/off para esto. Si el precio de un bien es más alto que su valor ajustado, entonces la entrada en el objetivo del plan sube un 1%. Si es menor la meta del plan para el producto se reduce en un 1%. Una vez más, podría ser prudente utilizar un mecanismo de control más complejo para una economía real. Pero encontré que este funcionaba razonablemente bien para las pequeñas economías de muestra que estudié usando mi simulación.

5. Modelo de consumo

Como he dicho antes, en el mundo real, hay personas reales que hacen elecciones sobre lo que quieren comer, etc. Mi simulación por ordenador no involucra ninguna persona real, así que tuve que encontrar alguna manera de modelar el comportamiento de los consumidores. Para esto utilicé un modelo simple basado en agentes. A cada consumidor se le dan 100 créditos por día. Entonces se determina al azar qué artículo quiere cada consumidor. Algunos artículos tienen más probabilidades de ser valorados que otros, lo que se determina por los coeficientes de ponderación que asigno a cada producto. Si al consumidor le quedan suficientes créditos para comprar el artículo a los precios actuales, lo hará. Si no, considerará otro artículo. Si no puede permitirse el artículo elegido 5 veces seguidas, se parará. Esto sucede mayormente cuando se ha quedado sin créditos.

El hecho de que un consumidor quiera comprar un artículo no depende del precio del mismo. Pero si el consumidor adquiere efectivamente el artículo sí que lo hace. A menores precios es más probable que le queden suficientes créditos para poder permitírselo. Esto hace que la demanda general dependa en cierta medida de los precios. Aunque el modelo es un tanto irreal (en realidad usted podría negarse a comprar algo a un precio escandalosamente alto, aunque técnicamente pudiera permitírselo), es suficiente para el objetivo de mi simulación. Así podemos estudiar cómo mi modelo de socialismo ajusta la producción en respuesta a la demanda de los consumidores (dependiente del precio). El modelo de consumo no sería necesario en una economía real, ya que ese papel lo desempeñarían personas reales! Es por ello que no estoy terriblemente preocupado por las obvias limitaciones del modelo de consumo.

Hice mi simulación con un total de 1000 consumidores. Usar más es fácil, sólo le lleva al ordenador un poco más de tiempo. Evité esto ya que no produce ningún beneficio real y de nuevo, en una economía real nosotros no necesitaríamos este modelo de consumo en absoluto. Para determinar la demanda total, las opciones de consumo individual de los agentes simplemente se agregan. Esta se compara entonces a la oferta para ajustar los precios, como se explicó anteriormente.

En la próxima parte de esta serie, mostraré algunos resultados experimentales de la simulación para pequeñas economías de muestra. Lo que más me interesaba era cómo se compararía mi modelo con el modelo de valores trabajo de Cockshott y Cottrell, por lo que creé una segunda versión de la simulación usando valores trabajo. En concreto, quería ver cómo los valores y la producción diferirían ante las limitaciones medioambientales. ¿Cómo cambiarían los precios y la producción cuando la cantidad de emisiones de CO2 que se permite se limita deliberadamente como parte de la política ambiental? En la próxima parte, compartiré lo que descubrí.

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