Antes de internet, los socialistas chilenos idearon Cybernet. Will Stronge escribe sobre un temprano intento de organización económica altamente tecnologizada.
Publicado originalmente en inglés en
Red Pepper
Will Stronge
Cybersyn fue un ambicioso proyecto político y económico puesto en marcha en
Chile por el gobierno socialista de
Salvador Allende a principios de la década de los 70. Fue un experimento de planificación socialista que intentó aprovechar los incipientes modelos cibernéticos de sistemas complejos para controlar una economía nacional. El proyecto Cybersyn fue expresamente propuesto por sus creadores como una
alternativa, por una parte, al sistema de planificación económica “desde arriba hacia abajo” de la Unión Soviética y, por otra, a la anarquía de los mercados en el capitalismo.
El plan era simple pero revolucionario: tras el amplio proceso de nacionalizaciones ya en marcha en Chile, cada fábrica del país enviaría regularmente
datos sobre la producción a través de una red de comunicaciones (llamada Cybernet) a una “sala de operaciones”. Un equipo de
funcionarios democráticamente elegidos podría entonces realizar cálculos actualizados,
simulaciones y decisiones sobre la producción económica del país que serían devueltas, en tiempo real, a las fábricas para realizar los
ajustes necesarios. ¿Cuánta comida estamos produciendo y cuánta necesitamos? ¿Estamos produciendo suficiente de X de modo que una persona media pueda tener acceso a ello? Y así sucesivamente. La mente tras este proyecto,
Stafford Beer, quería en último término que el proyecto fuera cada vez más
participativo, aunque el
golpe militar de 1973 puso fin a esta posibilidad.
Quizá el uso más interesante de la tecnología Cybersyn fue en 1972 cuando el
Paro de los camioneros (de 1972), apoyados por EEUU, en un intento de desestabilizar el gobierno de Allende. La acción casi paralizó el país. Sin camiones para suministrar alimentos y materias primas, y con muchas de las carreteras bloqueadas, esto podría haber supuesto el final del gobierno socialista. Sin embargo, los numerosos trabajadores simpatizantes de Allende tomaron cartas en el asunto, usando Cybersyn para enviar información clave desde las plantas de producción. Juntos, el gobierno y los trabajadores coordinaron un servicio alternativo de camiones que pudo suministrar al país los recursos que necesitaba. Las fábricas se unieron, intercambiando suministros y materiales para mantener la producción, y organizaciones comunitarias como grupos de madres o de estudiantes comenzaron a montar
redes de suministro.
Funcionó. La infraestructura logística chilena volvió a ponerse en marcha temporalmente con el esfuerzo de los propios trabajadores. Por un momento, los
trabajadores organizados habían codirigido de forma efectiva la economía chilena, con lo que era esencialmente una serie de primitivos grupos de
WhatsApp.
Al final, los días de Allende estaban contados y un
golpe de estado militar (de nuevo apoyado por EEUU) se aseguró de que el potencial del Proyecto Cybersyn fuese enterrado junto con los sueños socialistas que había tras él. Chile se convirtió en un
laboratorio neoliberal dirigido por un dictador atroz.
Una nueva generación
Mientras la era neoliberal se desmorona bajo sus propias contradicciones e impases políticos, quizá sea tiempo de revivir el espíritu del proyecto Cybersyn para una nueva generación de progresistas.
Hoy en día tenemos
capacidades técnicas muy por encima de las que tenía disponibles el gobierno chileno de 1972, pero estas tecnologías no están siendo
coordinadas para crear una sociedad más justa y democrática. El proyecto Cybersyn muestra que
la tecnología es un mero potencial que requiere de una
orientación política para conseguir los
objetivos progresistas.
Cybersyn no consiguió el objetivo de un control democrático por parte de los trabajadores, pero podemos aprender de su ejemplo único para imaginar nuestro propio futuro, tecnológicamente avanzado y democrático.