Paul Cockshott

Hemos dividido el siguiente artículo en dos partes, para su descargar en PDF (puedes encontrar la primera parte más abajo).

Las sucesivas derrotas de la clase obrera y el fin de las experiencias socialistas del siglo XX dejaron un panorama desolador en el movimiento comunista. El «There Is No Alternative» de Margaret Thatcher y la doctrina económica hayekiana caracterizaron el rechazo al socialismo y la aceptación complaciente del capitalismo. Al movimiento comunista del siglo XXI se le encomendó un nuevo proyecto histórico: contrarrestar las teorías liberales pro mercado y proponer una planificación económica que pueda abrirnos paso a la socialización de los medios de producción y la conquista de la democracia. Para ello debemos recuperar el papel central del método científico en el marxismo. Debemos aprender de las experiencias pasadas y celebrar los avances que nos han brindado, como el método input-output de Leontief o la programación lineal de Kantorovich, y utilizarlos en nuestra crítica a los austriacos y la defensa de la planificación económica como una alternativa al mercado.

La imposibilidad del cálculo económico en el socialismo fue defendida por Mises y la escuela austriaca a lo largo del siglo XX; sostenían que sólo en una economía de mercado en la que existieran los precios en dinero era posible este tipo de racionalidad económica. Sin embargo, la evidencia histórica desacredita a Mises, puesto que en la antigüedad el ser humano ha sido capaz de realizar cálculos económicos más allá del dinero; por ejemplo en la construcción de las grandes pirámides. Uno de los principales contrincantes de Mises en el debate sobre el cálculo económico fue el economista austriaco Otto Neurath, quien recalcó que las economías de guerra constituyen un ejemplo claro de cálculo en especie; es decir, de cálculo en unidades físicas. Según Neurath, las estadísticas en especie son mucho más reveladoras que las cifras de renta nacional para conocer la calidad de vida de la población. Por tanto, la planificación socialista tampoco puede depender de un solo criterio, ya sea dinero, horas de trabajo o energía. Neurath sigue a Marx al aceptar el uso de bonos laborales como un posible medio de distribución de bienes, pero nunca como un criterio único con el que regular la producción.


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