-Empezamos por el principio. ¿Qué es el CibCom?

​Nuestra organización, Cibcom, toma su nombre de la abreviatura del término de «cibercomunismo». Este podría entenderse como una corriente del comunismo marxista que en los últimos años se ha dado a conocer por una renovada defensa de la planificación socialista de la economía asistida por las nuevas tecnologías informáticas. Aún así, esta definición quedaría un poco incompleta. Nos hemos dado cuenta de que, a día de hoy, no hay ningún texto que explique todo esto a detalle, así que estamos preparando una serie de artículos que arrojarán un poco de luz sobre ello. Como adelanto, podemos decir que el comunismo cibernético, en realidad, se adjetiva así por complementar la crítica de la economía política marxista con la cibernética, entendida como ciencia del control y la información. Una de las líneas de investigación más fructíferas de este enfoque es la denominada «econofísica», cuyos resultados son demoledores para las economías de mercado.

​Una vez sabido esto, es más fácil de explicar a qué nos dedicamos. Básicamente somos un grupo que se dedica a divulgar y desarrollar las ideas asociadas a esta corriente. Podría decirse que nuestra intención es la de constituirnos en una especie de “Think-tank” de la planificación socialista, que regenere el interés de las organizaciones políticas y sindicales de nuestra clase en conformar una estrategia y un programa ambicioso. Este último punto es importante: Cibcom NO es un partido ni pretende serlo. Cibcom no centra su actividad en la táctica política capaz de implantar la planificación en un territorio nacional u otro, sino que, simple y modestamente, pretendemos estudiar y demostrar que la planificación ciber-socialista es hoy factible, necesaria y deseable. Esto no significa que pensemos que los partidos no son importantes. Simplemente asumimos que no tenemos ni el tiempo ni la capacidad para hacerlo todo al mismo tiempo.

– ¿Cómo surge la idea conformar el grupo de debate Ciber comunismo (CibCom)?

​Cibcom surge por iniciativa de un pequeño círculo de traductores que pretendíamos difundir ampliamente la planificación cibersocialista en España. A partir de la publicación del libro Ciber-comunismo, de Nieto, Cockshott y Cottrell, distintas personas nos pusimos en contacto para comentar y profundizar en estas cuestiones. Los que participábamos en el proyecto aquellos primeros años (2017-2019) establecimos un plan en tres fases: 1) recolección, traducción y centralización en la web de los principales textos ciber-comunistas, 2) comprensión interna de estos y redacción de materiales propios pedagógicos, 3) aumento de la presencia pública y constitución propiamente dicha en Think-tank. Por ahora, todo está sucediendo incluso mejor de lo que esperábamos. Pese a ser este un tema tan específico y en varios sentidos, “técnico”, crecemos a buen ritmo. Este último año hemos aumentado ampliamente la membresía, tenemos frecuentes propuestas de colaboración y estamos tejiendo una activa red internacional de apoyo y co-trabajo con el conjunto de colectivos y autores que están estudiando esto a nivel mundial. Eso incluye al propio Cockshott, Tomas Härdin, David Zachariah, Spryridom Samothrakis o Ian Wright, pero también a colectivos como ADH en Alemania y, recientemente, a Tsifrovoy Sotsializm en Rusia. También conocemos a interesados chinos, brasileños, indios y estadounidenses. Esperemos que pronto se establezcan colectivos similares en su entorno.

-¿Existió en la URSS o en algún país socialista algún autor que se acercó a las ideas del CibCom?

​Sí. Las ideas que proponemos no surgen de un proceso de reflexión aislado de las experiencias del siglo XX. El ciber-comunismo es heredero de una rica historia de pensadores de los países socialistas que, a la luz de los avances científicos y tecnológicos de la posguerra, concibieron nuevas formas de organización que pretendían superar las contradicciones de sus respectivas realidades.

​Son precisamente esos destellos de clarividencia los que, sin llegar a implantarse hegemónicamente en sus respectivos países, nos brindan una base sobre la que asentar y construir nuestro proyecto. En este sentido, hay dos grandes experiencias que merecen mención: el OGAS de Viktor Glushkov en la URSS y el Cybersyn de Stafford Beer en Chile. Ambos pretendieron organizar sus países mediante sistemas de procesamiento de información automáticos que permitieran la participación directa de los trabajadores en la gestión y dirección de sus economías. Además de estas experiencias, encontramos figuras prominentes como las del polaco Oskar Lange, el bielorruso Nikolay Veduta o entornos como los del Instituto de Novosibirsk en Siberia, promovido por el Nobel soviético Leonid Kantórovich, que tuvieron concepción de la economía fuertemente influenciada por la cibernética.

​- ¿Creéis que los comunistas de hoy deberían prestar especial atención al CibCom?

​Debería ser una prioridad tanto el trabajo teórico de estas ideas, para demostrar la viabilidad del socialismo, explorar sus enormes posibilidades en las condiciones tecnológicas actuales y tener un buen norte hacia el que nos queremos dirigir, como también su difusión en la lucha ideológica, con el fin de ir ganando a nuestra causa a los sectores más conscientes y combativos de los trabajadores y la juventud.

​Hoy en día las ideas revolucionarias son minoritarias, entre otras razones porque el proyecto de una alternativa global al modo de producción capitalista está desterrado incluso entre la izquierda más combativa, y en ello pesa mucho la crítica económica liberal al socialismo y la planificación.

​No se trata de anticipar los detalles concretos de la sociedad postcapitalista del futuro –algo que no tiene mucho sentido y sobre lo que Marx alertaba–, sino de demostrar que el socialismo es un proyecto institucional y económicamente consistente, para lo cual hay que establecer de forma precisa sus fundamentos, principios y procedimientos básicos de asignación de recursos. Si no somos capaces de transmitir la idea de que lo que podríamos construir es claramente mejor que lo existente, será mucho más difícil concienciar a nuestra clase.

​- ¿Qué opináis sobre la planificación económica que se realizó en la URSS y en otras repúblicas populares del siglo pasado? ¿Tenéis alguna crítica al respecto?

​Hablando de la URSS como caso particular, creemos que fue un enorme avance para el país el hecho de que se instaurase la planificación económica en los años 30, sin la cual los ciudadanos soviéticos jamás hubiesen alcanzado un nivel de vida similar al de las potencias capitalistas. No obstante, el contexto bélico que produjo la revolución, el atraso en la industrialización, la alfabetización y los transportes en el país, dificultaron que la planificación se llevase a cabo de manera democrática y técnicamente eficiente. Aunque los logros de la planificación soviética fueron numerosos, sus problemas se hicieron patentes durante los años 70. Entre otras cuestiones, la burocratización, la ausencia de tecnologías de la información y la subsecuente falta de previsión de la demanda lastraron el desarrollo económico y los reformistas acabaron optando por el mercado como la única vía para resolver los problemas del país, con resultados catastróficos.

​Como comentamos en nuestro artículo Matemáticas para planificar una economía, dos de sus lacras más notables fueron la tendencia a fijar objetivos de producción en bruto (toneladas de esto, kilos de aquello, etc) y la conservación del dinero como unidad de cuenta y método de pago. Los cálculos eran poco precisos e insensibles a factores como los ecológicos, lo cual dio lugar a desperdicio y al desatendiendo de unas necesidades ciudadanas cada vez más variadas y dinámicas. Todo esto fue como la pescadilla que se muerde la cola: ante la falta de medios tecnológicos y humanos para hacer esto mejor, se recurrió a una amplia burocracia administrativa, política y militar que lo subsanase, pero cuando este nuevo grupo de interés se consolidó no hizo más que bloquear los intentos de mejora. Las numerosas rencillas entre las diferentes esferas del Estado, especialmente entre el ejército y el sóviet supremo, impidieron que muchos avances tecnológicos se difundieran, cuando ya estaban disponibles en occidente. Los “managers” de las fábricas acumularon un poder excesivo que usaron en su beneficio distorsionando aún más la contabilidad y generando problemas de incentivos. Esto resultó en una creciente insatisfacción social que los reformistas aprovecharon. Por supuesto, lo que vino después fue infinitamente peor, pero esto no quita que los soviéticos tuvieran buenas razones para quejarse.

-Seguramente conoceréis la crítica de los elementos anticomunistas, sobre todo de la Escuela Austríaca, de que en el socialismo es imposible el cálculo económico ¿Es esto cierto?

​Sí, los austriacos inicialmente (Mises) argumentaron que era imposible determinar el coste de los productos en ausencia de transacciones mercantiles, lo cual impediría asignar con eficiencia (al menor coste posible) los recursos a los diferentes fines productivos. Más tarde (Hayek) añadieron el problema del conocimiento “disperso” o diseminado entre los diferentes agentes económicos (empresas, individuos, etc.), un conocimiento de carácter particular y subjetivo que supuestamente no podría articularse sin relaciones mercantiles.

​Los avances tecnológicos de las últimas décadas tiran por tierra estos argumentos, pues hoy ya es posible hacer un cálculo exhaustivo de costes directamente en términos de cantidades de trabajo (es decir, sin dinero) como proponía Marx, y también es posible articular en tiempo real toda la información dispersa de los diferentes agentes gracias a las TIC´s. Naturalmente, la actividad productiva no puede ser algo meramente técnico, computacional o ingenieril, sino que constituye un proceso económico con un componente irreductiblemente humano: somos las personas quienes en último término valoramos qué hacer con los recursos de los que disponemos para satisfacer los distintos fines que deseamos. Por ello el comunismo tiene como objetivo central ensanchar los marcos de la valoración y decisión individual y colectiva, involucrando al conjunto de ciudadanos, en pie de igualdad unos con otros. Justo lo que no sucede en el capitalismo. La planificación socialista es, por tanto, lo opuesto a que otros (una persona, un grupo, una imaginaria inteligencia artificial central) decidan por nosotros. Los artículos de Maxi Nieto posiblemente sean lo mejor que se pueda leer a este respecto.

​- ¿Cómo permitirán las nuevas tecnologías planificar la economía en las sociedades socialistas del futuro?

​Si nos permite, quizás una pregunta más interesante sería si las tecnologías actuales ya permiten la planificación socialista de la economía, y la respuesta es un sí rotundo. El cibercomunismo no plantea ninguna solución tecno-optimista. Nuestro mensaje es muy claro: las condiciones tecnológicas actuales ya permiten la planificación democrática de toda la economía a escala nacional de manera más eficiente de lo que lo hace el mercado.

​Gracias a Internet, la práctica totalidad de los centros de consumo y trabajo, industrias, hogares, etc. están conectados. Utilizando las conexiones ya existentes, la información de consumo podría compartirse de manera prácticamente instantánea con los centros de producción, donde se procesaría dicha información para decidir qué, cuánto y cómo producir. Es cierto que esto precisa del procesamiento de una cantidad ingente de datos, pero hemos experimentado el crecimiento exponencial de la capacidad de cálculo de los computadores en las últimas décadas. Paul Cockshott ha demostrado que un computador de sobremesa es capaz de planear pequeñas economías nacionales en cuestión de minutos. ¿Qué no podríamos hacer con las granjas de servidores repartidas por todo el mundo? Es más, obras como The People’s Republic of Walmart, de Leigh Phillips y Michal Rozworski, explican que esto no deja de ser lo que ya hacen hoy las grandes empresas multinacionales enfocado a otros fines.

​- ¿La planificación económica basada en el CibCom constaría de algún tipo de mecanismo de mercado?

​La respuesta rápida a esta pregunta es que no, pero nuestra experiencia con estos temas nos dice que todo depende de lo que se entienda por “mercado”. Para nosotros los mercados están estrictamente ligados a la existencia de un equivalente universal irrestrictamente intercambiable (el dinero), el contexto de potencial mercantilización de todo, la competencia entre capitales privados y la búsqueda de beneficio (incentivo de la rentabilidad) como motor de la sociedad. Ahora bien, el lenguaje humano es muy flexible y a veces nos puede llevar a pensamientos un tanto confusos. ¿No llamamos también “mercado” a los bazares, zocos o ferias medievales? Efectivamente, pero lo cierto es que no cumplen ninguna de aquellas características. Solo mediante analogías podemos llamarlos “mercados” en el sentido moderno.

​Cockshott creó algo de confusión en este tema al denominar “algoritmo de análisis de mercado” o “mercado socialista” al algoritmo de ajuste que plantea su libro Hacia un Nuevo Socialismo para equilibrar temporalmente los costes en relación a las variaciones de la demanda. Esto no tardó mucho en hacer aparecer las críticas de austriacos como L. Brewster, los cuales se jactaron de que habíamos claudicado, reconociendo que el mercado era insuperable. Cockshott reaccionó bien y explicó que estos eran argumentos muy débiles basados en filigranas nominalistas.

​Incluso si hay quien se sigue empeñando en llamar “mercado” al mecanismo de ajuste que Cockshott propone, debe reconocer que se trata de un extraño tipo de mercado en el que: 1) una gran parte de lo que hoy se consideran mercancías (medios de producción, terrenos, bienes altamente escasos, etc.) queda fuera de la circulación, 2) no hay dinero, pues los bienes se adquieren por asignación directa o mediante bonos de trabajo que ni se acumulan, ni son transferibles, 3) no hay competencia sino que, gracias al entramado de planificación, lo que se produce o deja de producir depende de la voluntad de un cuerpo político libre en tanto que consciente, es decir, activo e informado, de las condiciones ecosociales y geopolíticas de su entorno. Que cada cual juzgue por sí mismo.

​- ¿En qué se basa la economía democrática de la que habláis en vuestra página web?

​Nuestra concepción de la democracia es bastante más restringida que la que se entiende coloquialmente. A nuestro entender, lo que hoy se denomina “democracia representativa”; el parlamentarismo, no tiene nada que ver, ni en teoría ni en la práctica, con el proyecto histórico de la democracia. Los principios universalistas que se suelen asociar a esta solo se cumplirían en lo que hoy se denominaría “democracia directa” socialista y que se caracteriza por una administración público-comunal en la que todo, incluidas las hoy llamadas economía “productiva” y “reproductiva”, se rige por el criterio de que todos los implicados en cada ámbito social deben participar en su gestión en igualdad de condiciones. Obviamente esto no existe como tal en ningún lugar del mundo, pero esto solo significa que la democracia brilla por su ausencia y que necesitamos una serie de oleadas revolucionarias que tengan esto como brújula.

​Enfatizar la necesidad de la democracia es imprescindible porque con esta nos jugamos la idea misma de la planificación y el carácter consciente del socialismo. La planificación, el cálculo en especie, como decimos en muchas otras partes, es algo que está estrictamente ligado a la satisfacción directa de necesidades sociales, sin mediación de los capitalistas, el incentivo de la rentabilidad y el dinero. Pues bien, cuando decimos que el ciber-comunismo requiere de democracia directa insinuamos que, aparte de estar atentos a los patrones de consumo, no hay mejor manera de saber cuáles son las necesidades sociales que establecer un sistema en el que toda la población participe directa y recurrentemente para expresar y deliberar sobre sus preocupaciones y deseos. Esta no es sólo una proclama “moral” que asegura la libertad universal y bloquea la aparición de castas burocráticas, sino que es necesaria en un sentido que podríamos denominar “técnico” o “informacional”, para superar las limitaciones de la rudimentaria planificación soviética. Las metodologías concretas para realizar esto son múltiples y variadas, pero, en la línea de Cockshott, creemos que los plebiscitos electrónicos mediante herramientas como HandiVote y los comités compuestos por sorteo deberían tener un papel predominante.

-Esto suena un poco abstracto ¿podríais concretar un poco más cómo funcionaría esto en la práctica?

​En La Guerra Civil en Francia, Marx decía que, tras la revolución, “en vez de decidir una vez cada tres o seis años qué miembros de la clase dominante habían de ‘representar’ al pueblo en el parlamento, el sufragio universal habría de servir al pueblo organizado en comunas”. Nosotros pensamos cómo podría funcionar esto hoy. Desde luego, los partidos políticos actuales, entendidos como colectivos capaces de ser elegidos para ocupar puestos de poder, desaparecerían, junto a la tendencia de colapsar las decisiones públicas en “programas políticos”. En su lugar, existirían asociaciones de especialistas que harían propuestas en temas concretos (sanidad, ecología, trabajo, educación, etc.), dando lugar a videos didácticos y multitud de debates públicos. Es decir, las decisiones se fragmentarían de cara a una consideración pausada, caso por caso. Ahora bien, ¿cómo se terminaría de seleccionar una opción sobre otra? Dependiendo del ámbito o escala de aplicación convendrá usar un protocolo u otro. A grandes rasgos, la lógica sería: plebiscitos deliberados en comunas o asambleas municipales para los asuntos “más generales” y los “más locales”, comités sorteados para las cuestiones intermedias de supervisión y gestión, y comités de expertos fideicomisariamente controlados para funciones en las que se necesita tanta especialización que es imposible pretender que uno se forme en unos pocos meses o semanas.

​- ¿La puesta en marcha de la planificación de la economía usando las nuevas tecnologías y las herramientas innovadoras de las que contamos hoy es viable en cualquier país del mundo? Quiero decir ¿Los países subdesarrollados que quieran edificar el socialismo podrían partir de los principios del CibCom para cumplir con esta misión?

​Esta es una muy buena pregunta. Como decíamos, no creemos que seamos “tecno-optimistas”. Tecno-optimistas son aquellos que confían la solución de ciertos problemas a desarrollos tecnológicos futuros e imprevisibles. Lo que se necesita para hacer funcionar el ciber-comunismo está disponible para casi cualquier zona del planeta. Para hacernos una idea, cabría aclarar que el Cybersyn del Frente Popular de Chile, a pesar de su corta existencia, tuvo muy buenos resultados disponiendo tan solo de unos pocos y rudimentarios ordenadores ubicados en una terminal central que se conectaban a las unidades productivas mediante telefax.

Imaginemos lo que podríamos hacer hoy en día solo con los ordenadores y teléfonos móviles esparcidos por el mundo. La mayoría de las incógnitas sobre la factibilidad de planificación socialista son hoy más tácticas y geopolíticas que tecnológicas.

​- ¿Es posible edificar una economía socialista planificada respetuosa con el medio ambiente?

​Ese es, de hecho, uno de los puntos centrales de la propuesta cibercomunista. Dada nuestra comprensión de la crisis ecológico-social, sumada a los desarrollos más recientes sobre las herramientas teóricas y técnicas de la planificación computacional, no es que sea posible planificar la economía respetando el medio ambiente: es que es nuestra mejor opción para tratar de enfrentarnos a la crisis.

​Hoy en día, los recursos naturales se toman como gratuitos. El mercado funciona a partir de procedimientos muy rudimentarios en términos informacionales. No es capaz de valorar correctamente los costes de extracción y gestión, y por eso sobreexplota y derrocha los recursos. La solución que se le intenta dar a esto es comercializar la propia naturaleza, para que pueda ser tenida en cuenta en los actos de compra y venta. Se utilizan cuotas de contaminación, eco-tasas… todo para “internalizar” las externalidades negativas que genera el mercado. Ello, como sabemos, acaba sirviendo para bien poco. El funcionamiento de una economía capitalista sólo es capaz de regirse a partir del criterio de la rentabilidad. La planificación socialista, por contra, es capaz de tener en cuenta multitud de criterios. Sabemos cómo tener en cuenta la escasez de los recursos en un plan, calculando in natura la producción, en unidades físicas (litros, kilos…); sabemos cómo limitar las emisiones de CO2, definiendo límites estrictos y utilizando programación lineal para determinar la mejor combinación de técnicas de producción y fuentes de energía; sabemos en qué sectores hay que llevar a cabo transformaciones estructurales gigantescas (energético, transporte, alimentación, construcción…). Lo que necesitamos es el poder político para hacerlo.

– Hace poco sacasteis un artículo titulado “Matemáticas para planificar una economía” ¿Podéis hablarnos un poco de vuestro artículo?

​Básicamente nos percatamos de que las matemáticas suponían una barrera de entrada para nuevos miembros. Esto nos llevó a plantearnos que quizás faltaba un texto introductorio que cualquier persona con un conocimiento básico de matemáticas pudiera entender para adentrarse en estos temas. Con este objetivo nació el libro de matemáticas y la verdad es que nos ha sorprendido mucho la acogida tan buena que está teniendo. En el artículo tratamos aspectos básicos para la planificación, como son el cálculo matricial, la optimización matemática y la complejidad computacional. Estos tres conceptos nos dan herramientas fundamentales para resolver, respectivamente, los problemas de logística (cómo garantizar que se produzca exactamente lo que se demanda), desarrollo (cómo la producción es actualizada para responder a situaciones sociales cambiantes) y viabilidad (cómo garantizar que los cálculos se realizan en un tiempo razonable). Pensamos que el éxito del manual en redes se debe en parte a la frescura estética de la portada. Uno de nuestros integrantes la diseñó inspirándose en el solarpunk, un movimiento artístico relativamente joven que piensa cómo se vería el mundo una vez superado el capitalismo. Estamos intentando cuidar más ese asunto desde entonces.

-Para terminar, me gustaría que recomendaran lecturas para que la gente pueda iniciarse en el CibCom.

​Si la intención es iniciarse en el cibcom, para ser claros y no abrumar, recomendaremos solo tres lecturas; las tres que solemos referir en nuestro servidor público de Discord, CibGlobe. El lector posiblemente se quede con más de una duda que no podrá resolver leyendo solo estos. Pero como se dice en España, “quien mucho abarca, poco aprieta”, así que mejor empezar con calma.

Un texto cortísimo y muy agradable de leer es Principios de una economía postcapitalista, publicado en la web de ADH por Jan Phillip Dapprich. No entra en la definición de ciber-comunismo ni nada por el estilo, pero resume muy bien los puntos clave del modelo de planificación socialista que proponemos.

​Por otro lado, la obra básica y más recomendable es el clásico Hacia un Nuevo Socialismo, de Cockshott y Cottrell, traducido al español por Sergio Píccolo y publicado en nuestra web. El texto está un poco desactualizado en términos técnicos ya que se publicó en el 93, pero desarrolla de manera bastante comprensible las principales bases del comunismo cibernético.

​Para las cuestiones más matemáticas o informáticas puede ser conveniente complementar la lectura de este último con nuestro Matemáticas para planificar una economía. Introducción al cálculo ciber-socialista.

​Por último, para quienes prefieran el formato audiovisual, puede ser interesante el documental Cybersocialism: Project Cybersyn & The CIA Coup in Chile, del canal de YouTube PlasticPills. El metraje no entra en detalles técnicos sobre las metodologías de planificación, pero está muy bien hecho, tiene subtítulos al español y da una panorámica bastante sugerente y esperanzadora de las potencialidades del movimiento.

Entrevista publicada originalmente en https://www.redplanetablog.com

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